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La carrera secreta por la clonación del ser humano |
Una secta ya inyectó los genes de un niño muerto en un óvulo sin núcleo. Hay experimentaciones similares secretas en una universidad de los Estados Unidos. En Seúl se habría creado un embrión clonado pero luego habría sido destruido
En algún momento en 2002 podría llegar al mundo el primer bebé clonado, si puede darse crédito al Movimiento Raeliano, una secta con adeptos en todo el mundo, que inyectó recientemente, en un óvulo desnucleado de una mujer joven, los genes de un niño muerto. De llegar a término, este clon será la duplicación genética de un niño de diez meses que perdió la vida en una operación fallida y cuyos padres, en Estados Unidos, quieren tener ahora una copia suya. Pero quizás se les adelanten los científicos de todo el mundo: Severino Antinori, un italiano pionero de la reproducción humana, y su colega norteamericano Panayiotis Zavos, de la universidad de Kentucky, experimentan ya en secreto, según afirman. Investigadores coreanos en el hospital universitario de Kyunghee, en Seúl, dicen haber creado ya un embrión humano clonado, pero que lo destruyeron enseguida. Otra posibilidad sería China, con sus actualmente muy avanzadas clínicas para parejas sin hijos y con su filosofía eugénica, producto de su política de un hijo por familia. Es incluso posible que el primer ser humano clonado se halle ya desde hace mucho tiempo entre nosotros, tal como especulaba recientemente el semanario estadounidense "Time". El escocés Ian Wilmut presentó su oveja Dolly recién siete meses después de su exitosa clonación, cuando todos los problemas estaban ya resueltos. El abogado norteamericano Mark Eibert, que trató incluso de convencer al Congreso de Estados Unidos de la aceptación de los bebés clonados, señalaba al "New York Times": "Gente que quiere tener (hijos) clonados deberán hacer todo lo posible por evitar que sus niños sean presa de los medios de comunicación". Lo que es cierto es que numerosos médicos en el mundo están dispuestos a hacer realidad el sueño del niño clonado a parejas sin hijos o a quienes la muerte les arrebató un niño. "Hay en el mundo muchísima gente que entiende de esto", declaraba recientemente el norteamericano Zavos a la radio internacional alemana Deutschlandfunk. "No hay duda de que acabará por ocurrir". También Delores Lamb, experta en infertilidad de la universidad texana de Baylor, considera "inevitable que alguien lo intente y que alguien tenga éxito". La idea de la clonación de un ser humano es rechazada aún por razones éticas por el 90 por ciento de los norteamericanos. Los partidarios de la nueva tecnología creen que la presentación en televisión de un recién nacido sano, con manos y pies intactos, bastaría para convencer a los incrédulos. "Pero, si el primer bebé tiene defectos, la clonación quedará prohibida para los próximos cien años", asevera Gregory Pence, profesor de filosofía de la universidad de Alabama. Un fracaso podría afectar también los laboratorios de biotecnología en Estados Unidos que actualmente se encuentran clonando células madre de adultos y esperan con ello crear algún día órganos de reemplazo para enfermos condenados a muerte. Una prohibición general de la clonación, incluso de células madre embrionales, "sería un desastre", y costaría vidas humanas, sentencia Tony Perry, científico de la Universidad Rockefeller de Nueva York. "Lo mismo ocurrió cuando llegó al mundo Louise Brown, el primer bebé engendrado en laboratorio. Todos hablaban de Frankenstein y de monstruos", recuerda Rael, el jefe de los raelianos, en Canadá. "Y hoy se crean a diario miles de esos niños, y ya nadie pone objeciones, porque todos saben que en ello no hay nada de malo". Hasta entonces hay aún mucho camino que recorrer, advierten los científicos que actualmente ensayan la clonación de animales. Por ejemplo, el Proyecto Missyplicity, de la universidad texana A&M, no ha logrado aún clonar a "Missy", un perro pastor alemán cuyo dueño ha hecho una generosa donación de 2,5 millones de dólares para que sea reemplazado por un clon antes de que se muera de viejo. Tampoco el mono, el mamífero genéticamente más cercano al hombre, ha logrado ser clonado mediante el método Dolly. "Todo fracasa", dice George Seidel, investigador de técnicas de clonación de la universidad del estado de Colorado. Hay todavía una elevada tasa de mortalidad en animales clonados. Vacunos y ovejas nacidos por clonación llegan al mundo a menudo con miembros deformes, con sobrepeso o paralíticos. Otros presentan problemas en riñones, corazón o pulmones, dice Seidel. "Quién puede soportar tanto fracaso". "No llegamos todavía a comprender qué ocurre exactamente con los genes en la clonación", declaraba Oliver Bruestle, de la universidad de Bonn, a la revista alemana "Spiegel". Clonaid, el equipo científico de la secta de los raelianos, se ha prevenido ante todos las eventualidades. Dispone de un grupo de 50 fieles seguidoras que han puesto a disposición tanto sus óvulos como sus vientres para portar un embrión clonado. De esta manera, los raelianos pueden clonar una cifra completamente libre de embriones procedentes de las células congeladas del niño en cuestión, muerto el año pasado en la mesa de operaciones. Y, de la misma manera, un feto malformado puede ser retirado nuevamente sin que la esperanzada madre se entere de la pérdida de un nuevo ensayo de su hijo. |