La Hepatitis A produce la inflamación
del hígado y ésta puede ocurrir por diversas causas infecciosas,
tóxicas o parasitarias. Un germen identificado como picornavirus
es el responsable de la más difundida de las hepatitis, la A. Ésta
se contagia por contacto con las heces de enfermos e infecta a otras personas
merced a la falta de higiene, voluntaria, negligente o inevitable por
déficit de redes cloacales, consumo de agua contaminada por pozos
ciegos, desinformación y otros factores que afectan a vastos sectores
de la población argentina.
Probablemente la crisis económica que vive nuestro país
y la consecuente demora en encarar obras sanitarias son factores que contribuyeron
a la explosión de hepatitis A que actualmente preocupa las autoridades
de salud. Los especialistas ya no hablan de “brotes” sino
lisa y llanamente de epidemia. Se denunciaron mas de 100.000 casos sintomáticos
en los últimos años, siendo el año 2003 el de mayor
denuncia de casos (más de 38.000 casos). Si se toma en cuenta la
enorme cantidad de enfermos sin síntomas y aquellos cuya enfermedad
no fue reportada, esa cifra debería ser multiplicada por cuatro
o cinco. Las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Tucumán,
por ejemplo, vieron triplicados sus casos de hepatitis A. Entre 1998 y
1999 la provincia de Buenos Aires vivió una epidemia de hepatitis
A.
Como es sabido, existen varios tipos de hepatitis infecciosa y se las
identifica con letras: A, B. C, etc. Individualmente la A no es la de
curso más grave, pero según cálculos prudentes 40
por ciento de la población argentina ha tenido contacto con el
virus. En ese volumen los casos críticos (hepatitis fulminante)
llenan los hospitales. Ocho de cada diez trasplantes de hígado
que se realizan en nuestro país están originados en hepatitis
A de curso severo.
La población suele ser afectada en su infancia tras una incubación
de aproximadamente un mes. Casi nunca los niños tienen síntomas
de hepatitis A, por lo que muchas veces su enfermedad permanece ignorada,
pero difunden el virus a través de sus deposiciones y contagian
a otros chicos y a los adultos predispuestos. Éstos últimos
sí presentan síntomas: ictericia, pérdida de peso,
malestar, fiebre, náusea, dolor abdominal, dolores articulares.
Como los niños son difusores silenciosos de la enfermedad, es imprescindible
vacunarlos a partir del año de vida, entre el año de edad
y los 15. En zonas muy afectadas puede ser conveniente vacunarlos al cumplir
los 6 meses, cuando las defensas inmunológicas que les transmitió
su madre empiezan a disminuir considerablemente.
En la Argentina se utilizan cuatro vacunas de diversos orígenes,
dosificadas para su utilización en adultos o en pediatría.
Todas ellas utilizan virus desactivados (muertos), por lo que su seguridad
es perfecta. Entre las orientadas a la infancia está la Vacuna
Avaxim 80u pediátrico, de origen Frances, especialmente formulada
para pacientes de 1 a 15 años de edad inclusive. Sobre ésta
vacuna , recientemente introducida en el mercado, se han hecho estudios
en nuestro país que demostraron su alto grado de eficacia, rápida
seroconversión y una protección duradera (La experiencia
nuestra alcanza a diez años, pero según modelos matemáticos
realizados en Europa permiten aseverar que la inmunidad es varias veces
mayor, prácticamente de por vida.)
También se conoce una vacuna belga, y otra estadounidense.
Destacados infectólogos argentinos, como el doctor
Eduardo López (Hospital Ricardo Gutiérrez) y Roberto Debbag
(Hospital Garrahan), consultores de esta nota, coinciden en reclamar la
inclusión urgente de la vacunación contra la hepatitis A
en el calendario oficial. Afirman que el único modo de compensar
en este aspecto (y a un costo razonable) las falencias de nuestras redes
cloacales y de la provisión de agua corriente potable, es la vacunación
obligatoria.
El esquema de vacunación se lleva a cabo en dos dosis, que se administran
con seis meses de diferencia. La segunda potencia a la primera y se ha
comprobado que, cualquiera sea la vacuna que se utilice en la primera
dosis, la de origen francés mejora la performance inmunológica
del conjunto cuando es aplicada como refuerzo.
El equipo del doctor Debbag compiló la totalidad de los gastos
que origina la hepatitis A en nuestro país, desde las visitas médicas
hasta los trasplantes de hígado, desde las recaídas hasta
los días de trabajo perdidos, y realizó un estudio comparativo
que fue premiado en marzo último por la Sociedad Internacional
de Enfermedades Infecciosas durante un congreso realizado en Mexico (Cancún).
Según ese estudio, el costo de prevenir la hepatitis-A mediante
la vacunación masiva de la población infantil, sería
tres veces menor que el de atender a los enfermos (U$S 14 millones vs
U$S 43millones ). Y señala, asimismo el valor inestimable de las
vidas ganadas, contra los casos fatales que se producen en los no vacunados,
especialmente durante la infancia.
Fuente: Consultor de Salud |