Durante
muchos años el ADN ha sido considerado como la clave de la mayor
parte de los estudios genómicos, mientras que el ARN era visto
como un simple mensajero encargado de transportar la información.
Sin embargo, un trabajo realizado por científicos
del Instituto de Investigación Biomédica Whitehead y del
Instituto Tecnológico de Massachusetts, de Boston, en Estados Unidos,
ha descubierto que más de un tercio del genoma humano está
regulado por el ARN.
El estudio, coordinado por David Bartel y Benjamin Lewis, se publica en
el último número de Cell.
Utilizando los datos de la secuenciación del genoma humano, los
investigadores compararon la información disponible hasta ahora
con la de un perro, una gallina, un ratón y una rata, y buscaron
las correspondencias entre cada uno de los microARN y proteínas
codificadoras de genes comunes en las cinco especies.
Asimismo, desarrollaron un método computacional con el fin de estudiar
mejor la relación entre el microARN y los genes que controlan.
Los resultados mostraron que las pequeñas moléculas de microARN
eran capaces de regular miles de genes humanos y que el control de un
tercio del genoma se había mantenido intacto desde los más
antiguos antecesores de los mamíferos, que habían vivido
hacía unos 310 millones de años.
Esta regulación también permanecía de la misma manera
en la gallina.
Genómica comparativa
“El estudio es un buen ejemplo del poder de la genómica comparativa
para estudiar la manera en que los genes humanos son regulados. Conforme
avance la tecnología, cada vez más sofisticada, hallaremos
muchos más genes regulados por el microARN”, ha señalado
Bartel, quien asegura que este tipo de regulación está mucho
más extendida entre los genes de lo que se ha podido pensar
en un principio.
Asimismo, los autores han hallado información útil sobre
el mecanismo que el microARN utiliza para controlar los genes.
El microARN interfiere en la actividad de los genes
e impide que generen proteínas al asociarse con el ARN mensajero.
Este estudio también ha ayudado
a determinar qué porciones del microARN son más importantes
en este proceso y a identificar algunos elementos determinantes adicionales
en el ARN mensajero que pueden tener un papel importante
en el reconocimiento y localización del microARN.
Según los autores, este hallazgo puede tener un gran impacto en
el desarrollo de estrategias terapéuticas en el futuro. De hecho,
con el ARN de interferencia es posible activar y desactivar genes
al introducir en las células moléculas artificiales denominadas
pequeño ARN de interferencia (siARN), que se comportan de la misma
manera que el microARN. Asimismo, el ARN de interferencia ya
está siendo estudiado en los principales laboratorios
de investigación para su aplicación clínica.
“Aprender más sobre cómo funciona el microARN en las
células humanas puede ser la clave para explotar mejor el potencial
del siARN en el tratamiento de distintas patologías”, concluye
Burge.
Secuencia perdida
Investigadores de la Universidad de Heidelberg, en Alemania, han clonado
y caracterizado la secuencia perdida del cromosoma Y, un segmento genómico
de 554 pares de kilobases cercano al centrómero, que contiene ocho
genes activos putativos que pueden estar implicados en importantes diferencias
asociadas al sexo y el desarrollo de tumores gonadales. Para asegurarse
de que este segmento realmente faltaba en la secuencia final del genoma
humano y no se trataba de un polimorfismo estructural presente en los
varones humanos, los autores, coordinados por Gudrun Rappold, buscaron
y hallaron la secuencia en más de 100 hombres de distintas razas,
lo que confirma que es parte
esencial del cromosoma Y.
Fuente: Diario Médico – España
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