Un problema genético sería el responsable
de la obesidad y la diabetes del tipo II. Las condiciones de vida actuales
empeoran esta predisposición.
Un
estudio realizado por Philippe Froguel, del Instituto Pasteur de Lille,
y colegas del Imperial College, de Londres, descubrieron que la falla
de un gen que causa resistencia a la insulina podría ser la causa
de obesidad en alrededor de la mitad de las familias.
Los investigadores estudiaron los genes de 1225 chicos obesos, de entre
cinco y once años, y de 1205 chicos de peso normal. Los del primer
grupo tenían entre el doble y el triple de riesgo de tener una
copia del gen ENPP1 mutada.
Los científicos descubrieron que esta mutación contribuye
tanto a la obesidad como a la aparición temprana de diabetes tipo
II. Ambas condiciones aumentan el riesgo de enfermedades graves, como
las cardiopatías.
El estudio también analizó a los padres y abuelos de los
chicos. Se descubrió que ellos poseían un riesgo similar
de obesidad y diabetes asociada con la variante fallada del gen.
Froguel dijo a la revista británica New Scientist que el “estudio
muestra que la resistencia a la insulina podría ser la causa y
no sólo la consecuencia de la obesidad”.
Ya a los cinco años chicos con la variante mutada del gen pueden
estar muy excedidos de peso. Al bloquear la hormona insulina, la versión
fallada de este gen altera la forma en que el organismo almacena la energía
y procesa el azúcar.
El problema surge cuando el gen mutado se une a los receptores de insulina
del organismo, especialmente en el cerebro y el páncreas y, de
esa manera, evita que el cuerpo procese la insulina.
Como resultado, la insulina libre en el cuerpo conduce a un exceso de
producción de glucosa por parte del hígado, algo que generalmente
ocurre sólo cuando una persona no ha comido durante muchas horas.
Los tejidos adiposos absorben esta glucosa y la almacenan en capas de
grasa, lo que de esa forma conduce a la obesidad.
Esta resistencia a la insulina también altera la secreción
de insulina por el páncreas, lo que lleva a un riesgo incrementado
de diabetes tipo II.
Otro de los efectos de este gen mutado es que podría causar falta
de saciedad. Froguel explicó: “No creo que haga que la gente
se sienta siempre hambrienta, sino que es un efecto más sutil”,
afirmó.
Además de esta predisposición genética, los científicos
destacaron que los factores ambientales son importantísimos en
estos desórdenes. En las tres generaciones de familias estudiadas,
ellos pudieron advertir obesidad y ocasionalmente diabetes en chicos cuyos
padres o abuelos sólo estaban comenzando a manifestar una tendencia
a ser gordos.
Según el estudio, los veinte años de diferencia entre una
y otra generación muestran las devastadoras consecuencias de factores
ambientales más recientes, como los alimentos de alto contenido
glucémico y la falta de actividad física.
Científicos del equipo francés e inglés dijeron a
Nature Genetics que este hallazgo podría ayudar a diseñar
un test para individualizar a las personas que poseen la copia mutada
del ENPP1, identificar el problema precozmente, intervenir y salvar vidas.
Fuente: Infobae
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